martes, 14 de julio de 2020

Mi Quijote Letón

ATJAUTIGAIS IDALGO LA MANCAS DONS KICHOTS


Se trata de dos volúmenes de gran tamaño. Fue mi segundo Quijote. Debía ser el año 2009 cuando lo encontré escondido y sucio bajo un montón de libros apiñados, alborotados. Por esos tiempos solía pasar buenos ratos hurgando por la librería Cervantes de la calle Canuda, al lado del Ateneu de Barcelona. Todavía no tenía conformada en mí la idea de realizar una colección de Quijotes en distintas lenguas, pero fue esta segunda adquisición la que consolidó esta afición. Ahora, lamentablemente la librería Canuda, con sus libros y cuadros, ya no existe. Su fondo editorial fue a parar a la librería El Siglo del Mercantic de Sant Cugat, donde, asiduamente sigo hurgando.




Estos dos volúmenes, editados en Riga en 1956 sobre una traducción de la poetisa Mirdza Kempe abundan en grabados, sobre todo de Pisan y alguno de Doré.  Kempe fue una literata interesada en las cuestiones cotidianas y en la política, con un espíritu patriótico soviético de ese que promulgaba la amistad entre los pueblos y el internacionalismo. Tradujo al letón múltiples obras en distintas lenguas, aunque del español solo el Quijote. Seguramente sobre la mesa debió tener otras traducciones aparte de la edición del Quijote de 1931-1935 en Madrid. Llama la atención que alguien traduzca una obra de carácter universal desde un idioma poco conocido para él. En todo caso, demuestra unas habilidades extraordinarias con las lenguas. Por otro lado, hasta qué punto haya podido influir un espíritu sovietizante en la traducción es algo que solo una atenta lectura del texto podría desvelar. Algo que está lejos de mis posibilidades. Algún letón podrá contestar en este sentido qué es lo que se haya podido infiltrar entre las rendijas de las palabras. 



Riga fue el escenario del suicidio de Ángel Ganivet que con tan solo treinta y dos años puso final a una vida de pensamiento idealista. La frustración, la sensación de fracaso y la melancolía son los ingredientes necesarios para desear que la vida del cuerpo finalice y el alma, liberada, alcance la expansión anhelada. Algo que el propio Sancho Panza no podía comprender cuando le dijo a su Don Quijote moribundo, ya transformado de nuevo en Alfonso Quijano:  'porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía'. Pero el nuevo y cuerdo Alfonso Quijano –transformado irreversiblemente por su historia quijotesca, vivida de una irreductible voluntad, así como de los ideales y valores a los que solo se sirve con sacrificios–, ahora se deja deslizar libre y voluntariamente por la pendiente de la melancolía, esa que lleva al nirvana, a la no acción, a la asunción que las ideas no pueden sustituir al pulso vital. También estuvo en boca de Sancho: 'que si viene vencido de los brazos ajenos, viene vencedor de sí mismo'; caso en el que cabría puntualizar de un sí mismo de vacuidad, un sí mismo de reconocimiento del fracaso al que toda vida humana está abocada. A esta última creencia, algunos la han llamado sabiduría, otros antesala de la salvación.


domingo, 5 de julio de 2020

Mi Quijote Lituano

Ismoningasis hidalgas Don Kitchotas is La Mancos






Es un pequeño librito de un resumen del Quijote. No es la traducción completa que no la tengo, la que hizo Pulgis Andriusis (1) en 1942 bajo la ocupación nazi, pero tiene un interés especial, a parte de que la traducción y selección es de él. Se editó en Nördlingen en 1948 en la Alemania ocupada por otras fuerzas militares, en este caso por las de los EE.UU. Extendieron un permiso especial para autorizar esta edición como consta en su tercera página. En la ciudad de Eutin del estado federal de Schleswig-Holstein un tal Gerardas de apellido lituano Juskenas lo selló. Son 128 paginas de color tabaco rubio, con grabados de Doré, Medyje y Pisano.

Un quijote en lituano, editado lejos de Lituania y que probablemente nunca ha pisado su tierra, es una clara referencia a la historia de este país, mil veces invadido y ocupado. Tropas rusas, alemanas, napoleónicas cruzaron sus fronteras, saquearon sus granjas, impusieron su terror. La historia ha sido para Lituania durante muchos años un camino paralelo al de Polonia cuando no el mismo. Participó del gran exilio de 1840 durante la ocupación rusa. Destaca de este episodio la deportación de decenas de jóvenes nacionalistas desterrados a Siberia cuyo único pecado fue su asociación bajo una idea, en este caso nacionalista. Encadenados, rapados, cruzaron la plaza de Vilna hacia los carros que los debían transportar como ganado hacia las tierras del frío (2). A su alrededor, en un silencio aterrador solo cortado por los sollozos, se acumularon familiares, amigos y vecinos que los vieron marchar para no volver a verlos nunca más. Así de dolorosa ha sido y es la vida de los pueblos ocupados. así de trágica es la experiencia de Cervantes cuando a través de su Caballero intenta desfacer el cruel entuerto en la figura de la liberación de los galeotes, porque ningún hombre debería ser encadenado por sus ideas, privado de la libertad. No es casualidad que uno de los capítulos más extenso de este resumen sea la aventura de los galeotes.
Por eso era tan importante editar el Quijote en lituano en 1948 aunque fuera en el exilio, o quizá por ello todavía con más razón; en la distancia para acortarla.

A día de hoy, sino hay noticia nueva, existe una única escultura del Quijote en los países bálticos. Está en la ciudad de Panevezys y su autor es Henrikas Orakauskas. En la escultura, de más de 2 metros de altura, Don Quijote sostiene una lanza alrededor de la cual vuelan mariposas de cristal de variopintos colores, una alegoría a la libertad que no es más que el reconocimiento a la diversidad. 



1. Carmen Caro. Don Quijote en Lituania. Adistacia. Cuaderno de cultura.
2. Ana León Manzanero: El drama romántico polaco. Ed Mirabel, Pontevedra, 2006

martes, 16 de junio de 2020

Mi Quijote polaco

Przemyslny szlachcic Don Kichote z Manczy

Hasta que la amistad fragua, la mutua sintonía puede haber recorrido vericuetos inimaginables. Eso es lo que pasó con mis amigos polacos (1). Culturas distintas, edades diferentes, historias todavía menos semejantes. Y sin embargo, compartimos mesa dos o tres veces al año desde hace ya más de diez. Ellos me regalaron su Quijote en polaco; dos tomos de facturación propia del socialismo real de los años setenta, traducción de L. Czerny y Z. Czerny (1955).




Letra concentrada, mínimos espacios vacíos y ausencia de cualquier elemento que pudiera ser entendido como superfluo o lujoso. Evidentemente, ningún dibujo, foto o grabado. Las tapas, recias, con un simple dibujo de sombra chinesca con el caballero y su escudero. Tan solo una nota de color, un punto de libro que se dejaron, una etiqueta del vino italiano Lambrusco.



Si se me hace difícil relacionar este vino fresco con la historia del Quijote, no lo es con la generosidad de los espirituosos que riegan nuestras cenas. De la última salió un comentario sobre los médicos, sobre los médicos en el gueto de Varsovia. Una semana más tarde recibí el libro Ganarle a Dios de Hanna Krall (1977) sobre la vida del reconocido cardiólogo el Dr. Marek Edelman, último sobreviviente del gueto que vio pasar por delante de él a diez mil personas diarias durante semanas dirección a los campos de exterminio.


     
Fueron más de ciento cincuenta años los que Polonia estuvo ocupada por por rusos, prusianos y austrohúngaros. Sus revoluciones solo fueron seguidas de fracasos, uno detrás de otro, y tan solo después de la Primera Guerra Mundial volvió a existir Polonia sobre el mapa de las naciones. Durante este periodo, el Quijote fue un referente romántico, el héroe lleno de valores que sucumbe y se levanta una y otra vez a la espera del momento estelar de un renacimiento definitivo, mesiánico, libre ya de cualquier opresión. Desde su primera traducción desde el francés por el conde F. Podoski en 1781, el Quijote fue espejo de héroes polacos como el Konrad de Los Antepasados de Mickiewicz (1832):   ...que es un hombre que cae, y más de una vez... fracasa como visionario, como poeta que se rebela contra el orden del mundo y como cristiano... Sin embargo, en ningún momento pierde definitivamente...(2)

Desconozco si el Quijote anduvo por el gueto de Varsovia como sí estuvo presente en el campo de concentración de judíos de Theresienstadt. Pero, me pregunto si él, o Alonso Quijano, o el mismo Cervantes hubiesen apoyado al Dr. Edelman para ganarle a Dios. Me inclino a pensar que los tres juntos, soslayando a la Inquisición, hubiesen estado al lado del Dr Edelman en su febril actividad médica, –porque 'cuando uno conoce tan bien la muerte, se siente responsable de la vida'–, aunque esto hubiese significado que el Dios que habría perdido se extraviase.
Quizá por eso, ahora es tanto más difícil encontrarlo.


1.  Dedicado a Barbara y Wodeck
 2. Ana León Manzanero: El drama romántico polaco. Ed Mirabel, Pontevedra, 2006




porque '

lunes, 1 de junio de 2020

Mi Quijote danés

Den Sindrige Herremand Don Quixote af Manchas Levned og Bedrifter











i Quijote danés, publicado en Copenhague en 1926, está lujosamente editado en piel, adornado con letras capitulares y ornamentaciones elegantes. Le acompañan numerosas reproducciones de dibujos del académico danés Wilhelm Marstrand (1810-1873) y del romano Bartolomeo Pinelli (1781-1835). La traducción es de Dorotea Biehl (1731-1788), una literata que se hizo a sí misma contra todas las limitaciones impuestas por sus padres. Aprendió varios idiomas con la solvencia suficiente como para hacer una traducción del Quijote que ha sido la referente en Dinamarca durante dos siglos. Pinelli dibujó a Roma en todas sus versiones en miles de registros y murió pobre y no reconocido. Contrariamente, Marstrand fue un prestigioso pintor en la capital danesa que ocupó los cargos académicos más altos. Ahora, ambos coinciden entre las páginas de este Quijote.







El ser o no ser del Quijote en Dinamarca.


-Ya te he dicho, Sancho, que no te dé eso cuidado alguno; que, cuando faltare
ínsula, ahí está el reino de Dinamarca o el de Sobradisa, que te vendrán como
anillo al dedo; (Cap X 1ªP)


El Reino de Dinamarca pertenece al imaginario del Quijote, equiparable al reino ilusorio de Sobradisa, un mundo, pues, fantástico, propio para que Sancho pudiese verter sobre él toda su sensata gobernanza. 
Dinamarca es un país lejano, un lugar marcado por lo desconocido, lo recóndito, por la distancia; metáfora de la separación que existe entre el ser que pregunta y el ser que hace posible que emerja la interpelación. La respuesta que da el Quijote es que lo es en cada uno de sus desenvolvimientos, de forma contundente, sin vacilaciones ni fisuras; por ello sus aventuras no acaban en tragedia sino en un refuerzo de su condición con independencia de las consecuencias que se hubieren producido. Al Príncipe Hamlet no le ocurre algo así, al contrario, no consigue sobrevivir al entuerto de su corte, al ser o al no ser.

Hamlet, al ser o no ser, lo continúa con la pregunta: 

        –¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darles fin con atrevida resistencia?

A lo cual, parece evidente que el Quijote respondería con la lanza en ristre y el yelmo de membrique bien encajado en su testa: 
        –¡Adelante, Sancho, que solo son gigantes!

El sin par Don Quijote, fortalecido como ningún otro caballero por su vinculación al entorno y el ímpetu de su corazón, es decir, por su sentido de la justicia y su ilimitado deseo,  hubiera arengado así al dubitativo y enloquecido Hamlet.





Otros ha habido que mediada la locura han levantado el velo que impide ver la profundidad del ser. Antonin Artaud dijo (1): el arte no es la imitación de la vida; la vida es la imitación de un principio transcendental con el que el arte nos pone en comunicación. Si cambiamos arte por el ser, resulta que la frase ilumina bien las dimensiones humanas: El ser no es la imitación de la vida.; la vida es la imitación de un principio trascendental con el que el ser nos pone en comunicación.  

Por su parte el poeta de los poetas, Hölderlin, que vivió inmerso en la esquizofrenia, advirtió que la vastedad de la locura podía abrir la posibilidad de entender en hondura la verdad del ser humano. Quizá la locura sea solo una cuestión de grados que cuando se revela deja abierta una ventana que permite comprender las profundidades que en otras condiciones más normales son incognoscibles.


Ornamento final de la edición



1. La voz de la locura en Artaud, Hölderlin y el Quijote: Un enfoque hermenéutica. Ovidio de Leon. Rev Neuropsiquiatria 71(1-4), 2008 17

domingo, 24 de mayo de 2020

Mi Quijote islandés

Don Quixote de la Mancha

Es un único volumen de tamaño octavo mayor editado en Akureyri, ciudad al norte de la isla que roza el círculo polar ártico. Es un texto resumido por Leighton Barret, traducido por Maja Baldvins y con dibujos de Warren Chapell. 





La fecha de edición es de 1944, el año en que Islandia se independizó del reino de Dinamarca convirtiéndose en la actual República de Islandia. Cabe preguntarse qué hacía Don Quijote en esas latitudes en aquellos años. Con tanto frío, ¿qué se le había perdido en la oscuridad/claridad del ártico? La respuesta no puede ser unívoca. Por un lado, Islandia es la cuna de las sagas, las historias mitológicas milenarias del mundo escandinavo. De esta isla salieron los héroes que conquistaron Noruega, Suecia y Dinamarca. Sus hielos junto a sus cálidos terrenos volcánicos alumbraron una de las mitologías más fecundas, tanto como las de la familia del Olimpo. ¿Porqué en esos años se tradujo el Quijote al islandés de un texto resumido en inglés? Es una pregunta difícil de responder. Cabe pensar que el hecho de que Islandia, que se había declarado neutral en la Segunda Guerra Mundial, fuese ocupada por razones estratégicas por las fuerzas de EE. UU. debió tener algo que ver. Ahora bien, las razones últimas por las que el literato Barret, oriundo del Mississippi, y el dibujante Chapell, de Virginia, consiguieron hacerse con una traducción y publicar en el fin del mundo este libro me son totalmente desconocidas y creo que difícilmente se lleguen a saber a estas alturas.



A Borges, desde su tierna infancia, le gustaban las sagas islandesas. De mayor, pensaba de ellas que eran una de las fuentes literarias de mayor inspiración. De hecho, recitaba de memoria versos de éstas en islandés. Algo muy especial veía en ellas. De hecho, parece que están en la base de los orígenes del individualismo europeo (1). Es por esta razón por la que el tránsito del Quijote por esas tierras tiene un gran interés. Si la concreción como individuos tiene un pie en las sagas islandesas (2), el Quijote alumbra el carácter e identidad del personaje que es ficción, el que llega a confundirse con la realidad, sobre todo cuando el propio héroe interpela al autor y confunde el mundo del lector. A Borges le atraía como a nadie el mundo de la ficción (3). En este, en concreto, se unen los héroes de las sagas islandesas y el héroe manchego, todos en su universo “ficcionado”. ¿Qué más se puede esperar?

 1.  Aaron Gurevich: Los orígenes del individualismo europeo. Ed Critica, Barcelona 1997
 2.  Saga de los Volsungos. Traducción de J.E. Díaz Vera. Ed Gredos, Madrid 1998
 3.  Jorge Luis Borges: Ficciones. O.C. TII Círculo de Lectores. Barcelona, 1992
      El dibujo es de W. Chapell.

viernes, 22 de mayo de 2020

Mi Quijote noruego

Den skarpsindige adelsmand Don Quijote av La Mancha

Son dos tomos de gran formato, lomo de piel roja y tapas de cartón. Una combinación nada atrayente. En la página inicial una firma: V. Leitmann.  También un ex libris con otro nombre muestra que como mínimo fueron dos los propietarios. Entre sus hojas una fotografía de unos niños, probablemente apellidados Leitmann o Helmer. 

                                               

La edición(1) se hizo en Kristiania –la actual Oslo– en 1916 y 1918 en plena Primera Guerra Mundial en la que, junto a Suecia y Dinamarca, Noruega se mantuvo neutral. Compartir una misma raíz idiomática une en las adversidades mientras separa las variantes locales en busca de identidad propia. Hombres y mujeres distintos unidos por el mismo patrimonio de la lengua y deudor de los mismos antecedentes mitológicos.
Esta edición destaca por los numerosos grabados de Wilhelm Marstrand, pintor danés, unos pocos de Honoré Daumier y, sobre todo, por una reproducción del dibujo de Goya del álbum F (1813-1823) (2) grabado por Bracquemod, que se encuentra en la Biblioteca Nacional.


                   



Es un dibujo donde Don Quijote señala con su dedo las fantasías que le ocupan. No son fantasías de caballero andante, sino que lo son como las que podría tener cualquier paseante por los caminos que unen las separadas villas, de aquí para allá. Goya destaca, al tiempo que esconde a medias, la zancada de un orejudo sacerdote erecto y la mirada obscena, por debajo de las faldas, de la que podría ser la desvergonzada Altisidora. ¿Y si ‘El Quijote’ con todos sus dobles sentidos fuese un texto erótico? Quizá no haya que ir tan lejos, quizá es que describe la realidad de nuestros pensamientos tan subidos de tono y tan escondidos. ¿Qué sería si estuvieran en la superficie a la vista de todos? Miedo es poco, terror es lo que daría lugar este despellejamiento. De ahí la inmovilidad a la que nos vemos abocados. Por suerte, existen caballeros andantes que liberan las cadenas y hacen del deseo el estímulo para mezclar las fantasía con la realidad, un resultado siempre incierto. La sexualidad del Siglo de Oro, mostrada por las plumas de Quevedo, Lope de Vega y el mismo Cervantes (3), es una esfera de la existencia bien revuelta, donde la pasión y la lujuria se mezclan con astucias en situaciones cómicas y que, en no pocas ocasiones, originan consecuencias trágicas a las que con frecuencia los personajes se veían abocados. Claro, ahora en cierto sentido, es todo un poco más insulso, la tensión, el apuro de una caída en el abismo ha sido sustituida por la impronta de las imágenes, donde la pornografía aplana todo riesgo. El honor ya no juega en este partido; ha sido sustituido por el poder y los héroes y heroínas metrosexuales, pero también, en el otro extremo, por las drogas sexuales que mueven los cuerpos en equilibrios peligrosos al borde del precipicio del cráter del volcán. El riesgo es lo que mueve, sea a caballeros andantes, sea a galanes en busca de damiselas vírgenes o mujeres malcasadas, sea a los consumidores del sexo fármaco-dependiente del siglo XXI. Mientras, la saciedad es privilegio de algunos pocos.
Nunca se gana del todo…
                                                          
 Notas
1. Traducción de Magnus Gronvold y Nils Kjaer
2. Don Quijote en manos de Goya. Jesús Pérez-Magallón. CES.XVIII,26: 155-178
3. Amor y Sexo en el Siglo de Oro. Luciano López Gutiérrez. Abada Ed. Madrid 2019

viernes, 15 de mayo de 2020

Mi Quijote sueco

DEN SINNRIKE JUNKERN DON QUIJOTE AF LA MANCHA

Mi Quijote sueco

Son dos volúmenes encuadernados en piel, tapas modernamente coloreadas, incluso podría decirse que psicodélicamente como si quisiesen dar información sobre la esencia del texto que protegen.  El sobre era dorado, ahora deslucido; un dibujo de filigrana adorna el corte lateral. Es una encuadernación esmerada para celebrar el tercer centenario del Quijote

                                     
         

La traducción, que estaba ya acabada hacía más de cinco años, fue producto del esfuerzo de Walter Édouard Lidforss (1). Especializado en lenguas románicas, viajó a la península y se quedó un tiempo en Barcelona. Tuvo relación con el movimiento de la Renaixença, y llegó a ser miembro de la Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona. Hizo gestiones frente al comité del premio Nobel a favor de Àngel Guimerà, pero fueron infructuosas. La suya es la segunda traducción del Quijote al sueco de las tres que se han llegado a completar. La primera, de principios del siglo XIX, se hizo muy a la usanza de las traducciones más antiguas en donde se pronunciaba el tono humorístico de la obra(2). A las acaballas del siglo ésta suya tuvo ya un tono distinto, interpretativo del espíritu fraccionado del personaje principal, algo muy al estilo romántico heredado de los estudios e interpretaciones que llegaron a Suecia desde Alemania(3).

La edición es conmemorativa del tercer centenario de la primera parte del Quijote, punto inaugural de la novela moderna. Me ha llamado la atención la casualidad de que mil novecientos cinco es la fecha coincidente con la publicación de los cinco estudios de Albert Einstein, los que cambiaron concepciones básicas de la física (4)


¿Qué conecta la novela cervantina y los cinco trabajos de Einstein? Ambos hablan de la realidad, de la problemática de la configuración de la realidad. Cervantes mediante el solapamiento de la cordura y la locura que, con su novelar, deja a las claras que la realidad profunda queda oculta, solo sospechable bajo el manto de la realidad consensuada entremezclada con la ficción. Por su parte, Einstein, con sus intuiciones tan extraordinarias por no decir magistrales, esclareció que la realidad física profunda no es accesible y queda también velada, esta vez bajo otro manto conformado por la teoría ondulatoria y la visión cuántica, también en una estrecha relación que llama al desconcierto: onda o partícula, o las dos a la vez. Al final ambas realidades profundas, la encubierta por los signos y la narrativa, y la escondida por la onda/partícula, quedan todavía por aclarar. Claro que hay quien cree que esa realidad profunda es una imaginación… A saber.



1.  Lidforss trabajó con la edición facsímil de la obra de Cervantes, producto de un esfuerzo y adelanto tecnólógico para la época extraordinario. Fue Francisco López Fabra –que también fue presidente del Ateneu de Barcelona– el que lo hizo posible  en la Ciudad Condal en 1879. Un poco antes, en 1876, José María Sbarbi había publicado su Trabajo “Intraducibilidad del Quijote”. A pesar del titulo, el traductor sueco no se amedrentó, y apoyado sobre de las eruditas notes de Clemencín lo hizo.
2.     J.M. Stierrnstolpe. Traducción de 1818
3.     Don Quijote en Suecia. Gustaf Fredén.  Ed. Insula, Madrid 1965
4.     Einstein 1905: un año milagroso. Prólogo de R. Penrose y J. Stachel. Ed. Crítica, 
       Barcelona 2001