Don Quixote de la Mancha
Es un único volumen de tamaño octavo mayor editado en Akureyri, ciudad al
norte de la isla que roza el círculo polar ártico. Es un texto resumido por
Leighton Barret, traducido por Maja Baldvins y con dibujos de Warren Chapell.
La
fecha de edición es de 1944, el año en que Islandia se independizó del reino de
Dinamarca convirtiéndose en la actual República de Islandia. Cabe preguntarse
qué hacía Don Quijote en esas latitudes en aquellos años. Con tanto frío, ¿qué
se le había perdido en la oscuridad/claridad del ártico? La respuesta no puede
ser unívoca. Por un lado, Islandia es la cuna de las sagas, las historias mitológicas
milenarias del mundo escandinavo. De esta isla salieron los héroes que
conquistaron Noruega, Suecia y Dinamarca. Sus hielos junto a sus cálidos terrenos
volcánicos alumbraron una de las mitologías más fecundas, tanto como las de la familia
del Olimpo. ¿Porqué en esos años se tradujo el Quijote al islandés de un texto
resumido en inglés? Es una pregunta difícil de responder. Cabe pensar que el hecho de que Islandia, que se había declarado neutral en la Segunda
Guerra Mundial, fuese ocupada por razones estratégicas por las fuerzas de EE. UU. debió tener algo que ver. Ahora bien, las razones últimas por las que el literato Barret, oriundo del Mississippi, y el dibujante Chapell, de Virginia, consiguieron
hacerse con una traducción y publicar en el fin del mundo este libro me son totalmente desconocidas y creo que difícilmente se lleguen a saber a estas alturas.
A Borges, desde su tierna infancia, le gustaban las sagas islandesas. De
mayor, pensaba de ellas que eran una de las fuentes literarias de mayor inspiración.
De hecho, recitaba de memoria versos de éstas en islandés. Algo muy especial veía
en ellas. De hecho, parece que están en la base de los orígenes del
individualismo europeo (1). Es por esta razón por la que el tránsito del
Quijote por esas tierras tiene un gran interés. Si la concreción como individuos
tiene un pie en las sagas islandesas (2), el Quijote alumbra el carácter e
identidad del personaje que es ficción, el que llega a confundirse con la
realidad, sobre todo cuando el propio héroe interpela al autor y confunde el mundo del
lector. A Borges le atraía como a nadie el mundo de la ficción (3). En este, en concreto, se unen los héroes de las sagas islandesas y el héroe manchego, todos en su universo “ficcionado”. ¿Qué más se puede esperar?
2. Saga de los Volsungos.
Traducción de J.E. Díaz Vera. Ed Gredos, Madrid 1998
3. Jorge Luis Borges: Ficciones. O.C. TII Círculo de
Lectores. Barcelona, 1992
El dibujo es de W. Chapell.