lunes, 1 de junio de 2020

Mi Quijote danés

Den Sindrige Herremand Don Quixote af Manchas Levned og Bedrifter











i Quijote danés, publicado en Copenhague en 1926, está lujosamente editado en piel, adornado con letras capitulares y ornamentaciones elegantes. Le acompañan numerosas reproducciones de dibujos del académico danés Wilhelm Marstrand (1810-1873) y del romano Bartolomeo Pinelli (1781-1835). La traducción es de Dorotea Biehl (1731-1788), una literata que se hizo a sí misma contra todas las limitaciones impuestas por sus padres. Aprendió varios idiomas con la solvencia suficiente como para hacer una traducción del Quijote que ha sido la referente en Dinamarca durante dos siglos. Pinelli dibujó a Roma en todas sus versiones en miles de registros y murió pobre y no reconocido. Contrariamente, Marstrand fue un prestigioso pintor en la capital danesa que ocupó los cargos académicos más altos. Ahora, ambos coinciden entre las páginas de este Quijote.







El ser o no ser del Quijote en Dinamarca.


-Ya te he dicho, Sancho, que no te dé eso cuidado alguno; que, cuando faltare
ínsula, ahí está el reino de Dinamarca o el de Sobradisa, que te vendrán como
anillo al dedo; (Cap X 1ªP)


El Reino de Dinamarca pertenece al imaginario del Quijote, equiparable al reino ilusorio de Sobradisa, un mundo, pues, fantástico, propio para que Sancho pudiese verter sobre él toda su sensata gobernanza. 
Dinamarca es un país lejano, un lugar marcado por lo desconocido, lo recóndito, por la distancia; metáfora de la separación que existe entre el ser que pregunta y el ser que hace posible que emerja la interpelación. La respuesta que da el Quijote es que lo es en cada uno de sus desenvolvimientos, de forma contundente, sin vacilaciones ni fisuras; por ello sus aventuras no acaban en tragedia sino en un refuerzo de su condición con independencia de las consecuencias que se hubieren producido. Al Príncipe Hamlet no le ocurre algo así, al contrario, no consigue sobrevivir al entuerto de su corte, al ser o al no ser.

Hamlet, al ser o no ser, lo continúa con la pregunta: 

        –¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darles fin con atrevida resistencia?

A lo cual, parece evidente que el Quijote respondería con la lanza en ristre y el yelmo de membrique bien encajado en su testa: 
        –¡Adelante, Sancho, que solo son gigantes!

El sin par Don Quijote, fortalecido como ningún otro caballero por su vinculación al entorno y el ímpetu de su corazón, es decir, por su sentido de la justicia y su ilimitado deseo,  hubiera arengado así al dubitativo y enloquecido Hamlet.





Otros ha habido que mediada la locura han levantado el velo que impide ver la profundidad del ser. Antonin Artaud dijo (1): el arte no es la imitación de la vida; la vida es la imitación de un principio transcendental con el que el arte nos pone en comunicación. Si cambiamos arte por el ser, resulta que la frase ilumina bien las dimensiones humanas: El ser no es la imitación de la vida.; la vida es la imitación de un principio trascendental con el que el ser nos pone en comunicación.  

Por su parte el poeta de los poetas, Hölderlin, que vivió inmerso en la esquizofrenia, advirtió que la vastedad de la locura podía abrir la posibilidad de entender en hondura la verdad del ser humano. Quizá la locura sea solo una cuestión de grados que cuando se revela deja abierta una ventana que permite comprender las profundidades que en otras condiciones más normales son incognoscibles.


Ornamento final de la edición



1. La voz de la locura en Artaud, Hölderlin y el Quijote: Un enfoque hermenéutica. Ovidio de Leon. Rev Neuropsiquiatria 71(1-4), 2008 17

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