viernes, 15 de mayo de 2020

Mi Quijote sueco

DEN SINNRIKE JUNKERN DON QUIJOTE AF LA MANCHA

Mi Quijote sueco

Son dos volúmenes encuadernados en piel, tapas modernamente coloreadas, incluso podría decirse que psicodélicamente como si quisiesen dar información sobre la esencia del texto que protegen.  El sobre era dorado, ahora deslucido; un dibujo de filigrana adorna el corte lateral. Es una encuadernación esmerada para celebrar el tercer centenario del Quijote

                                     
         

La traducción, que estaba ya acabada hacía más de cinco años, fue producto del esfuerzo de Walter Édouard Lidforss (1). Especializado en lenguas románicas, viajó a la península y se quedó un tiempo en Barcelona. Tuvo relación con el movimiento de la Renaixença, y llegó a ser miembro de la Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona. Hizo gestiones frente al comité del premio Nobel a favor de Àngel Guimerà, pero fueron infructuosas. La suya es la segunda traducción del Quijote al sueco de las tres que se han llegado a completar. La primera, de principios del siglo XIX, se hizo muy a la usanza de las traducciones más antiguas en donde se pronunciaba el tono humorístico de la obra(2). A las acaballas del siglo ésta suya tuvo ya un tono distinto, interpretativo del espíritu fraccionado del personaje principal, algo muy al estilo romántico heredado de los estudios e interpretaciones que llegaron a Suecia desde Alemania(3).

La edición es conmemorativa del tercer centenario de la primera parte del Quijote, punto inaugural de la novela moderna. Me ha llamado la atención la casualidad de que mil novecientos cinco es la fecha coincidente con la publicación de los cinco estudios de Albert Einstein, los que cambiaron concepciones básicas de la física (4)


¿Qué conecta la novela cervantina y los cinco trabajos de Einstein? Ambos hablan de la realidad, de la problemática de la configuración de la realidad. Cervantes mediante el solapamiento de la cordura y la locura que, con su novelar, deja a las claras que la realidad profunda queda oculta, solo sospechable bajo el manto de la realidad consensuada entremezclada con la ficción. Por su parte, Einstein, con sus intuiciones tan extraordinarias por no decir magistrales, esclareció que la realidad física profunda no es accesible y queda también velada, esta vez bajo otro manto conformado por la teoría ondulatoria y la visión cuántica, también en una estrecha relación que llama al desconcierto: onda o partícula, o las dos a la vez. Al final ambas realidades profundas, la encubierta por los signos y la narrativa, y la escondida por la onda/partícula, quedan todavía por aclarar. Claro que hay quien cree que esa realidad profunda es una imaginación… A saber.



1.  Lidforss trabajó con la edición facsímil de la obra de Cervantes, producto de un esfuerzo y adelanto tecnólógico para la época extraordinario. Fue Francisco López Fabra –que también fue presidente del Ateneu de Barcelona– el que lo hizo posible  en la Ciudad Condal en 1879. Un poco antes, en 1876, José María Sbarbi había publicado su Trabajo “Intraducibilidad del Quijote”. A pesar del titulo, el traductor sueco no se amedrentó, y apoyado sobre de las eruditas notes de Clemencín lo hizo.
2.     J.M. Stierrnstolpe. Traducción de 1818
3.     Don Quijote en Suecia. Gustaf Fredén.  Ed. Insula, Madrid 1965
4.     Einstein 1905: un año milagroso. Prólogo de R. Penrose y J. Stachel. Ed. Crítica, 
       Barcelona 2001


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