sábado, 19 de enero de 2013

Un Quijote alemán



Leben und Taten des Scharfsinningen Ritters Don Quixote

       Este primer Quijote en alemán es un volumen sencillo, editado los primeros años de la segunda década del siglo pasado y reencuadernado el 14 de setiembre de 1962 según indicación a lápiz en la primera página. La traducción es de 1837, anónima. Los dibujos de Gustave Doré. Este libro en concreto se lo leyó alguien, y alguien que era muy trabajador porque dejó subrayado en lápiz cuando DQ aconseja al Sancho gobernador que no duerma mucho, que aproveche el día. Y es que los alemanes son alemanes. Pero, ¿qué es lo alemán? Esto se pregunta Thomas Mann al inicio de ‘Un viaje por mar con Don Quijote’, a lo que responde, después de varios giros también muy alemanes, que es la dignidad objetiva de la lentitud, es decir, que lo alemán- lo bueno- necesita tiempo. Así Mann, a través del tiempo, discurre por el espacio del inmenso mar hacia la ciudad de los ‘monstruos’ representada por los edificios que rascan los cielos. Durante esa travesía marina Mann lee la traducción de Tieck  y comenta el Quijote, sobre lo grotesco, sobre el amor de Cervantes por su personaje, de cómo lo humilla y lo ensalza a la par. En uno de los pasajes recuerda a Ricote, aquél morisco que, añorado, regresa de incógnito a su país natal, imposibilitado de vivir desterrado. Algo parecido me sugirió mi segundo libro del Quijote traducido al alemán y que recibí desde Israel.


    Este es un libro publicado en Oldenburg en 1925, y que con toda probabilidad algún judío alemán se llevó hacia su tierra prometida tan lleno de nostalgia como nuestro Ricote.  Este libro está cumplimentado por láminas coloreadas de dibujos en donde sobresale lo cómico por encima de cualquier otra interpretación. Y es que en Europa el cómico Quijote hizo estragos entre la aristocracia. Tanto es así que los techos de dos salas del Castillo de Charlottenburg en Berlín están pintados con  motivos quijotescos, así como las paredes forradas con inmensos tapices con nuestros héroe y escudero. ¿Qué es lo que hacía tanta gracia? En cada momento y lugar cosas distintas son interpretadas desde las perspectivas individuales, y en el Ancien Régime, debía despertar una sonrisa sardónica ver a un caballero ridiculizado por sus mismos ímpetus fantasiosos. Desde su posición aristocrática tan segura algo les debía remover,  algo les debía hacer ver que se encontraban también ellos al borde de caer en ridiculeces tan esperpénticas. Lo que hace gracia no es más que aquello que desvela impúdicamente nuestras deficiencias, aquellas que con un juego malabar intentamos mantener tapadas, como tapan los inmensos tapices franceses las paredes de las salas del palacio berlinés. Ahora, que en general no somos tan pudorosos, son otras las cosas nos hacen gracia. Y sin embargo DQ nos sigue llevando a un mundo de anhelos. No creo que Cervantes fuese un escritor cómico. Su personaje no es un fin para hacer reír, sino un medio para transcribir el profundo dolor del vivir, vivir entre y solo entre las realidades que nos rodean y la realidad por nosotros construida, mantenida solo con el valor.


La curación de la locura de Don Quijote, tapiz
Castillo de Charlottenburg,  Berlín

El protagonista del Quijote  es ese personaje disociado entre Alonso Quijano (AQ) y Don Quijote (DQ). Ello da lugar a dos niveles de lectura. La lectura a través de la parte del personaje DQ es inequívocamente cómica siendo esta la interpretación que tuvo el libro de Cervantes mayoritariamente en los siglos XVII y XVIII. Lo cómico desvela la tensión interna de las relaciones humanas de forma tal que una sonrisa fluye, o una carcajada interrumpe el incomodo del momento en que el lector se enfrenta a la realidad de un mundo distorsionado. Toda la tensión salta hecho pedazos. Luego vuelve la calma, calma de nuevo reconstruida, distinta de la previa porque el proceso nos ha cambiado, aunque sea sólo un poco. Por otro lado, en la tragedia del Quijote la tensión se acumula hasta conmovernos. Sólo en un metabolismo lento de dichas emociones nos dará la solución del conflicto, si es que la hay. Es un proceso de maduración en donde la reflexión se entremezcla con las  emociones, donde se precisa siempre de una valoración ética para encontrar las posibles soluciones que permitan seguir viviendo.
     El Quijote es, pues, una tragicomedia en cuanto que la locura de DQ produce situaciones estrafalarias que están fuera del discurrir habitual de las cosas de la vida. Pero si se lee el texto desde la perspectiva de AQ nos inunda un sentimiento trágico, siendo él mismo quién con sus aseveraciones éticas nos indica la solución. Así, ambas lecturas se complementan y son inseparables como lo son AQ y DQ. 
       Como ejemplo claro tenemos la historia de Maritornes. Se trata de la prostituta del mesón, aquella que DQ confunde con una dama. La historia leída e interpretada desde el nivel de DQ es cómica, pero es la lectura a través de AQ cuando queda al descubierto la necesidad de una actitud ética respecto al tema. Y en este caso concreto AQ realiza la asignación de dignidad a la persona sean cuales sean sus condiciones. Es cómico que DQ trate de Dama a la prostituta asturiana Maritornes, pero es que tiene un valor universal el que AQ le otorgue dignidad, por muy ramera que fuera. Y he aquí la novedad  cervantina. Es aquí donde el texto, con numerosos ejemplos más, se abre al futuro y permite ser interpretado una y mil veces, en tiempos y lugares muy distintos, durante los cuatrocientos años de su historia, en todas las latitudes y culturas del mundo.

        El 19 de Mayo de 1934 Thomas Mann y su esposa Katia embarcaron en Boulogne en el transatlántico ‘Volendam’ dirección a Nueva York. Les esperaban diez días de travesía en las cuales Mann escribió su diario con anotaciones sobre el Quijote. 

RqueR Editorial, Barcelona 2005


      Entonces escribió con orgullo patriótico las loas que Ricote hizo de la tolerante y buena Alemania, donde cada uno vive allí como le parece bien y en libertad de conciencia. ¡Poco se podía imaginar Mann que la expulsión de los judíos de la península ibérica y luego de lo moriscos, siendo un acto ignominioso, se quedó lejos de la llamada solución final nazi! ¡Y poco se imaginaba entonces él que poco tiempo después él mismo cambiaría de nacionalidad! Ahora han pasado casi setenta años desde aquellos días, históricamente un tiempo pequeño, como las tres cuartas partes de siglo que pasaron desde la expulsión hispana de la comunidad hebrea hasta la vida literaria de Cervantes que coincidió con la de los moriscos.  En ambas sociedades estos hechos han dejado huellas profundas, imborrables, que decenas de generaciones recordarán. Es por eso que algunas cosas ya no nos hacen gracia, ya no nos pueden hacer gracia, y Cervantes seguro que lo sabía. La aristocracia del Ancien Régime no pudo entender la carga de profundidad del Quijote, y en parte, por esas mismas incapacidades periclitaron. Mientras, el Caballero de la Triste Figura sigue sus andanzas por nuestros horizontes.

1 comentario:

  1. Das klingt absolut vielversprechend!! Viele Grüsse, mein Freund.

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